Duelo migratorio: cuando mudarse también duele (y es normal)
- Jaime Santana
- hace 3 días
- 3 Min. de lectura

Adriana Agudo Vicci
Grupo Cieg
Mudarse a otro país puede ser una de las decisiones más valientes y emocionantes de la vida. Nuevas oportunidades, paisajes distintos, culturas por descubrir… pero también, muchas veces, un nudo en el pecho difícil de explicar… cuántas veces lo hemos dicho. Y es que estamos contigo. Estamos en el mismo camino.
Ese nudo que sientes tantas veces en el pecho tiene nombre: duelo migratorio.
Sí, así como hay duelos por pérdidas físicas como la muerte de un ser querido, también existe el duelo por dejar atrás tu tierra, tus costumbres, tus afectos, tu idioma, tu historia.
Sin embargo, es muy importante y quiero que siempre lo tengas presente: es completamente normal sentirlo. Te invitamos a releer este artículo y si quieres, por supuesto ¡compártelo!: Y a veces, no soy ni de aquí ni de allá. Cada día aumenta el número de migrantes, muchos se sentirán identificados.
¿Por qué ocurre?
Porque al migrar no solo cambias de dirección en el GPS, también te mudas emocionalmente. Pierdes rutinas conocidas, tu comida preferida, tantos abrazos, tu red de apoyo, tu sentido de pertenencia.
Aunque hayas elegido irte con ilusión, eso no borra la tristeza que a veces aparece. El corazón no es tan lineal como los mapas.
¿A quién le pasa?
A muchas personas. Más de las que te imaginas. Adultos, jóvenes, adolescentes, incluso niños. Algunos lo viven de forma intensa, otros apenas lo perciben. No hay una única forma de atravesarlo, ni un solo tipo de duelo migratorio. Hay quienes sienten nostalgia; otros, ansiedad. Otros, una mezcla de culpa por estar lejos y alegría por lo nuevo. Todo es válido.
¿Lo has notado en ti? ¿Lo has notado en amigos o conocidos?
¿Qué puedes hacer?
Primero que nada, lo ideal es darte permiso para sentir.
No estás exagerando, ni estás mal por no estar feliz. Lo que te pasa tiene nombre, tiene sentido, y también tiene forma de aliviarse. Aquí van algunas ideas suaves, sin fórmulas mágicas, pero con mucho corazón:
Busca crear un nuevo hogar, sin olvidar el anterior. Lleva contigo fotos, recetas, canciones o costumbres que te conecten con tus raíces. No se trata de olvidar lo que fuiste, sino de integrarlo en lo que eres ahora.
Rodéate de personas que escuchen sin juzgar. Encontrar una comunidad, incluso pequeña, donde puedas compartir lo que sientes, hace una gran diferencia. No necesitas muchas personas, solo unas pocas con las que puedas ser tú.
Exprésate. Habla, escribe, pinta, baila. El duelo también necesita salir para no quedarse atascado. Cada uno encuentra su forma.
Ten paciencia. El duelo migratorio no tiene reloj. Algunos días te sentirás pleno, otros te invadirá la tristeza. Es parte del camino. No te apures ni te compares.
Incorpórate. Haz un pequeño esfuerzo cada día para incorporarte en el nuevo país, con su gente, con sus costumbres. Haz cursos cortos, frecuenta algunos lugares, intenta establecer conversaciones con tus nuevos vecinos en tu nuevo país.
Y sobre todo, recuerda esto: migrar es un acto de coraje, pero también de profunda humanidad. Estás construyendo algo nuevo, y eso, aunque duela a veces, es también una forma hermosa de crecer.
En este post te cuento un poco más sobre este proceso: Una nueva vida con optimismo… inteligente. Porque este proceso también necesita un poco de optimismo, por ti y por los tuyos.
Te abrazamos en donde estés.
¿Te ha gustado esta información? ¿Qué te parece compartirlo?
Y ¡síguenos en las redes! Vamos a crecer ¿te parece?
Web: Grupocieg.org
Instagram: @_mochiladeemociones
El contenido de los artículos de BienEstar allá donde vayas, son meramente orientativos. Siempre recomendaremos el asesoramiento directo y personal con un profesional en el área.
Foto: Darina Belonogova
Comentários