Nos enamoramos de Canarias

Marlenis Castellanos

Las Palmas de Gran Canaria

Moraima Andrade y Ángel Garrido salieron desde Valencia (Venezuela) hacia Lima. Dejaron detrás su trabajo, su familia y su pasado construido a base de estudios y de labor profesional exitosa; estuvieron unos años en Perú, allí vivieron la pandemia y ahora están en Gran Canaria al frente de su negocio: Enamora. Tienda de ropa y personalización.

Ellos resumen su historia mientras miran la cámara fotográfica de mi teléfono móvil. La situación económica venezolana empezó a afectar su economía doméstica y familiar, y emigrar fue la única opción que vislumbraron. “Salimos de Venezuela porque acabábamos de renunciar a nuestro trabajo, en el Tribunal Supremo de Justicia. Quedé embarazada de mi segunda hija y la situación en el país estaba tan difícil que no nos podíamos mantener aun siendo abogados los dos y teniendo empleo fijo”, recuerda Moraima.

En Perú vivieron cerca de cinco años. Aterrizaron en Lima cuando todavía no se producían las salidas masivas de venezolanos hacia otros países de Suramérica. Fueron bien recibidos, y salieron después de la pandemia, cuando los venezolanos empezaron a no ser bien vistos por los peruanos.

“Tenemos aproximadamente tres años en la isla. Mi esposo vino primero y luego yo con las niñas. Realmente nuestra primera opción no era Canarias, pero aquí teníamos amigos y un familiar cercano por parte de mi suegra. Así que decidimos venir con la intención de conocer y abrirnos espacios hacia la península o hacia otros países. Pero Canarias es una maravilla, nos hemos enamorado de esta isla tan hermosa, de las personas, de la calidad de gente que aquí está y hemos decidido quedarnos”, comentan entre risas.

No pensamos movernos

En Perú tuvieron un emprendimiento junto con un cuñado. En la pandemia aprendieron a hacer camisetas estampadas, y al llegar a Canarias tenían una idea clara de lo que no querían: trabajar para terceros o ser independientes por siempre.

“Poco a poco fuimos montando un plan de empresa. Nos apoyamos con bastantes instituciones, y cuando ya teníamos un proyecto claro nos arriesgamos a pedir un préstamo en un banco, que nos fue concedido. Así comenzamos esta travesía como emprendedores, como empresarios, aquí en Canarias y ahora estamos poniéndole todas las ganas a nuestra tienda de ropa”.

Conseguir la tienda que actualmente tienen en la zona de Santa Catalina lo califican como una bendición. “Fue un regalo de Dios”, dicen y recuerdan que ellos planeaban abrir un negocio en otra zona de la ciudad, pero no estaban muy seguros del local.

“Estábamos en la búsqueda exhaustiva y esperando respuesta del banco, cuando vimos en un portal el traspaso de esta tienda. Honestamente, no teníamos muy clara cuál era la zona, pero igual llamamos a la anterior dueña, vinimos, nos entrevistamos con ella y la señora fue muy sincera y honesta con toda la información. De forma paralela se concretó el préstamo del banco y luego de un par de reuniones, cerramos el negocio. A la tercera reunión ya nos estábamos haciendo cargo nosotros de la tienda. Esto es solo bendición de Dios, porque todo se alineó todo llegó en un mismo momento”, explican.

Reconocen que tienen poco tiempo en Canarias y les ha ido bastante bien. “Nos han tratado muy bien y hemos tenido mucha receptividad de parte de la gente cercana a donde estamos. Pero sobre todas las cosas reconocemos la bendición de Dios en todo lo que hemos hecho desde el momento que salimos de Venezuela hasta hoy; sabemos que así seguirá siendo hasta que decida otra cosa”.

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Fotos: Marlenis Castellanos