
Alexandra Rodríguez Vicente vive en San Miguel de Abona, en Tenerife. Nació en Caracas, donde hizo gran parte de su vida: estudio publicidad, trabajó en una filial de la empresa petrolera, y en una agencia de publicidad, se casó, tuvo una hija…y en paralelo exploraba el mundo de las artes plásticas en todas sus acepciones: bisutería, manualidades, pintura, encargos de recuerdos para cumpleaños, comuniones, bodas, cajas, tiestos, dados; papeles, tejidos y fibras para su serie
Reciclando; vitrales, flores, rostros…
Los cuadros, le apasionan tanto que pasa día y noche pintando, sin tomar en cuenta los horarios.
Su primera exposición fue con su familia, amigos y amigas. Así comenzaron los encargos de personas que poco a poco fueron conociendo su trabajo.
Sus obras llenan de colorido las paredes de sus amigos tinerfeños y de la península, que como dice ella “se atraviesan en la vida, cada uno deja huella, esa gente, que ya familia, pide ese algo especial, para una pared desnuda, para un espacio sin vida, quieren color, es lo que me define. es fácil pero difícil, viene el añadido de que debo hacerlo más especial, son clientes, pero ya amigos, no se limitan con lo hecho, quieren algo más particular”.
Con poco más de 35 años, en el 2001, ella y su familia tomaron la decisión de emigrar. En su periplo vivieron en Canarias, Estados Unidos y nuevamente Canarias, cuando en 2019 se instalaron definitivamente en Tenerife.
-Llegó el momento de emular a mis padres, emigré de Venezuela. Mi primer destino, Estados Unidos, aunque fue difícil, lo agradezco y mucho, porque la vida me llevó a conocer profundamente lo que significa estar en lo desconocido, aprender de ello, observar y siempre crear, adaptándome a lo nuevo, arriesgarme en ello. Pero luego, lo más divino, fue regresar a Canarias, este destino que me pintaban como tan parecido a Venezuela.- dice. Ha vivido dos veces en Las Islas. En su primera residencia en Tenerife, lo que más le costó fue entender la ausencia de colores.
“Había demasiado gris en el paisaje. El color es muy importante para mí. El destino me trajo a esta hermosa isla en el año 2003, no di tiempo a la gente San Miguel de Abona para que me adoptara, ya que los adopté primero, amando cada espacio, su diversidad, su maravilloso clima, tan parecido todo a aquello que tuve que dejar"
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