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Entre la xenofobia y la esperanza

  • Foto del escritor: Jaime Santana
    Jaime Santana
  • 12 ago
  • 2 Min. de lectura

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En nuestras calles cada vez es más visible la presencia de inmigrantes. Algunos vienen con mochilas ligeras, otros con el peso de un pasado difícil. Todos llegan buscando algo mejor. Sin embargo, no siempre encuentran una bienvenida. En muchas partes de nuestra sociedad, está creciendo un discurso preocupante: el de la xenofobia.

 

Se oyen frases como “nos invaden”, “nos quitan el trabajo”, “traen delincuencia”. Frases que se repiten, se viralizan, se normalizan. Un discurso que convierte al inmigrante en chivo expiatorio de problemas estructurales que ya existían. Se siembra miedo en lugar de comprensión, se ofrece rechazo en lugar de oportunidades.

 

La xenofobia no es solo odio. A veces se disfraza de preocupación, de supuesta defensa de lo nuestro. Pero el efecto es el mismo: se cierran puertas, se estigmatiza, se deshumaniza Y cuando una sociedad excluye, termina debilitándose a sí misma.

 

No podemos permitir que el miedo sea el lenguaje con el que nos relacionamos con el otro. Las migraciones no son una amenaza; son parte de la solución. Llegan con fuerza, con capacidades, con ganas de formar parte, de contribuir, de reconstruir sus vidas. Algunos trabajan desde el primer día, otros estudian, emprenden, se integran. Cada uno tiene una historia que merece ser escuchada, no reducida a estereotipos.

 

Más que discursos xenófobos, necesitamos voces que construyan puentes. Políticas públicas que fomenten la integración, medios de comunicación responsables, espacios educativos donde la diversidad sea un valor y no una excusa para la discriminación.

 

Las migraciones son una oportunidad para el crecimiento social y económico. Pero solo si decidimos verla así. Solo si dejamos de lado los prejuicios y nos atrevemos a imaginar una sociedad donde nadie sobra, donde todos tenemos algo que aportar.

 

Hoy más que nunca, es momento de decidir cómo queremos mirar a quienes llegan: con miedo o con esperanza. En esa decisión se juega buena parte del tipo de sociedad que queremos ser.

 

La respuesta, al final, nos define a todos.

Marlenis Castellanos



Fotos: utkamandarinka / YOUSSEF elbelghiti

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