Cambia, todo cambia...
- Jaime Santana
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

Cada cambio de estación en la naturaleza, nos indica que el tiempo avanza y que, con él, llegan nuevas oportunidades, recordándonos que todo cambia, que nada permanece igual.
En algunas zonas del mundo, el paisaje se tiñe de tonos otoñales y en otros florece la primavera, pero el mensaje es el mismo: toda transformación abre paso al crecimiento. En otoño, las hojas caen, pero no como símbolo de pérdida, sino como promesa de renovación. Así también es la experiencia de viajar: un ciclo que implica soltar, adaptarse y florecer de nuevas maneras.
Las personas migrantes comprendemos bien el valor de los ciclos. Emigrar es, en muchos sentidos, vivir un cambio de temporada personal: dejar atrás una vida, adaptarse, aprender y volver a comenzar. Es descubrir que cada ajuste, cada paso y cada desafío pueden ser un proceso profundamente fértil y que en cada mudanza de vida hay una siembra invisible: la de los sueños, la esperanza y la voluntad de comenzar de nuevo.
Así como la naturaleza se transforma, también nosotros encontramos nuevas formas de crecer, de aportar y de sentirnos parte de algo mayor. El cambio nos invita a mirar hacia adelante con esperanza, a valorar los aprendizajes del camino, a reconocer la riqueza que nace de la diversidad y de la oportunidad que hay para renovarnos y fortalecer nuestros lazos con la comunidad que nos acoge.
Desde BienHallados celebramos la capacidad de adaptación, la resiliencia y la contribución de cada inmigrante. Sabemos que esta nueva temporada —sea de hojas doradas o de flores nuevas— nos motiva a seguir construyendo futuros más solidarios, inclusivos y de oportunidades.
Porque cada estación es un espejo de nuestro propio viaje, en el cual transformamos lo desconocido en hogar y lo incierto en posibilidad.
Porque, al igual que la naturaleza, nosotros también tenemos la capacidad de reinventarnos una y otra vez.




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