“Es fácil llegar aquí”
- Jaime Santana
- hace 5 días
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“Es fácil llegar aquí”, dijo un político español refiriéndose a los inmigrantes. Quizás lo dijo con ligereza. Quizás olvidó —o nunca entendió— que migrar no es solo cruzar una frontera, abordar un avión o atravesar un mar. Migrar es arrancarse de raíz, es despedirse de una vida entera y enfrentarse a lo desconocido con más esperanza que certezas.
Lo que es fácil ver desde afuera rara vez lo es desde adentro. Dejar tu país no es una elección sencilla. No lo es dejar a tu familia, amigos, idioma y costumbres. No lo es llegar a un lugar donde tu nombre suena raro, donde tu acento delata que no naciste allí, donde tienes que empezar de cero. La migración es una experiencia profundamente humana, y como tal, está llena de complejidades emocionales, culturales y sociales.
Por eso, al hablar de migración, necesitamos cambiar la narrativa. No se trata de contar solo cuántos llegan, sino cómo llegan, por qué llegan, y qué ocurre después. Es momento de enfocarnos en los puntos que nos unen, no en los que nos separan. En lugar de ver al inmigrante como otro, debemos vernos reflejados porque todos compartimos sueños, miedos, aspiraciones. Todos buscamos vivir con dignidad.
Migrar no es solo una historia de pérdida, también lo es de riqueza. Cuando se mezclan culturas, lenguas y experiencias, surge una oportunidad única: la de crear una sociedad más amplia, más empática, más humana. Las personas que viven entre dos mundos —el que dejaron y el que los acoge— tienen una visión más profunda de la vida. Y esa visión es una contribución valiosa que no debe ser ignorada, sino celebrada.
Decir que “es fácil llegar aquí” simplifica una realidad compleja. Reconocer lo que significa realmente migrar es el primer paso hacia una convivencia más justa y enriquecedora para todos.
Marlenis Castellanos.
Foto: Carolina Basi
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