Aunque el cese al fuego de la guerra se concrete mañana, apenas empiezan las consecuencias de la invasión ilegal y sangrienta, protagonizada por un país que ha torpedeado el uso del Derecho Internacional, sin argumentos ni razones, sino con la más obscena amenaza de amenazar con su armamento nuclear, para imponer su interés sobre la balanza de la justicia.
El frágil panorama de alianzas y delicados equilibrios que sustentan el mundo actual civilizado, inexorablemente se desplomará, ante esta invocación maligna al ¡Ay de los vencidos!, del rey bárbaro de turno, y al miedo de ser el próximo arrollado por el vecino que disponga del arma atómica que no poseemos.
La desconfianza, el temor nuclear, el gasto inútil en armas y la pobreza, se ciernen sobre el mundo que aún no despierta de esta pesadilla bélica.
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