Cada día me despierto en una vida diferente
- Jaime Santana
- 21 oct
- 2 Min. de lectura

Elvana Tufa.
Refugiada política en Bex, Suiza.
Podemos irnos tranquilos, acompañados de la idea de la vuelta a un lugar que es nuestra casa: las cosas retomarán su curso, objetos y lugares estarán de nuevo ahí. La salida es temporal.
Pero hay regresos que no se producen nunca. Hablo de un pasado que desaparece vivo.
Estos son los últimos seis años de mi existencia. Una huida que ha roto mi vida. Palabras como hogar, familia, sentido de pertenencia… Son cosas que pasaron del lugar de los recuerdos al lugar del olvido: mis cosas. No soy, no estoy. El dolor inaugural de no haber un sitio llamado tu casa. ¿Es el dolor una identidad?
Vivo bajo la etiqueta “Emigrante”. Y ando al paso de un mundo que sigue ritmos inimaginables. Voy lenta, cargada. Mi tiempo ya no es fluido: camino subiendo una cuesta invisible.
La lengua me pareció la primera frontera hacia la reclusión. Aunque para mí esta fue la puerta verdadera, para otros daba a un campo cercado de alambres: entran amputados y no salen. La lengua propia como puente al mundo se corta.
La ausencia de lengua legítima es esa tragedia concreta al llegar. Miedo, frustración, duda, silencio incómodo y pérdida de imagen de uno mismo. Volver a nacer con las palabras justas, volver a nacer cada vez. Llegar sin nada. ¿Na-da = Na-cer?
Y habla así la emigrante invisibilizada.
Soy mujer, esposa, madre de cinco hijos; con un olvido académico y artístico que, pasado, fue y tuvo sentido y contenido. Se erige ahora, delante de mí, un monstruo administrativo. Yo le miro, le escucho, le digo… El monstruo eres tú, me responde. Estás sobrecalificada: calla, corre.
Tengo una vida cotidiana y ninguna vida para ver los cambios con emoción… Nunca es el momento. ¿Nunca lo será?
Somos Emigración y yo. Mi identidad pasada y su presente ausencia. Sé lo que le sigue y le digo: ¡Rechazada!
Traducción libre de María Santamaría.
En memoria de Maurice Voelke, autor de la pintura guache, quien tras leer el texto de Elvana la propuso para acompañarlo y lo tituló Cet autre endroit (Ese otro sitio).




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