“…y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos”. Mario Benedetti, escritor uruguayo, escribía su poema de amor pensando más allá del sentimiento, al ubicarlo en espacios comunes y en sociedades donde tanto se habla del amor, pero poco se ejerce.
Europa ha disfrutado de dos jóvenes jugadores que brillaron en la recién finalizada Eurocopa 2024. Los forofos y los menos entendidos de futbol, nos hemos maravillado ante la belleza de su juego, el regateo fácil para driblar contrincantes, anotar goles y, especialmente, de la alegría contagiosa de Nico Williams y Lamine Yamal.
Los jóvenes (Nico de 21 años y Lamine de17) que han “enamorado” a las masas, se comportan como los muchachos de su edad, que bailan y usan las redes como los adolescentes que caminan por nuestras calles. Son hijos de migrantes que llegaron a España, como miles que lograron rehacer su vida lejos de su país de nacimiento.
Los dos futbolistas, son el ejemplo de que se puede convivir con más de una cultura y que los migrantes pueden contribuir en el desarrollo de una nación. Y que, además entienden que son parte de un equipo.
En sus entrevistas, Yamal y Nico ríen y bromean. Y también se ponen serios al afirmar que no son héroes individuales, sino que su fortaleza es el equipo con el que juegan. Que en la cancha son más que uno+uno, porque son once en la cancha y miles fuera de ellas.
Verlos jugar, oírlos en has entrevistas, nos permite reflexionar, ¿cuántos de esos adolescentes que caminan viendo su teléfono móvil son hijos de migrantes? ¿qué tan solidarios y amorosos con los migrantes somos como sociedad? ¿Cuándo dejamos de ser mucho más que dos?
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