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Neliana Cohil, una llanera venezolana, pasó del Joropo a la Jota Valenciana


Hugo J. Boscán/Valencia España/Especial BienHallados

“La danza para mí es libertad, disfrute y alegría”.

Con esa frase, Neliana Carelinskys Cohil Azuaje, mejor simplemente Neliana, explica lo que ella siente con lo que hace: bailar. Pero no una guaracha, un merengue o una movida salsa. Lo de ella es la danza y aunque con ese nombre podríamos pensar que se trata de una mujer europea, no señores, es muy venezolana, muy llanera, nacida en San Fernando de Apure y criada en Acarigua (llanos centro-occidentales de Venezuela).

Neliana Carelinskys Cohil Azuaje, la maja bailarina de Venezuela

¿Podría ser más llanera? Muy difícil porque, además, su padre, Nelson Rafael Cohil Leal era de Acarigua y su madre, Nuria Monserrat Azuaje Vicente, apureña, hija de una señora española, pero criada en Acarigua

Neliana vive ahora en Valencia, España, donde desempeña diferentes funciones; en primer lugar, la de comerciante en un pequeño negocio donde, según afirmó, desde 2020 vende de todo, café, tabaco, periódicos, loterías, refrescos, pero se da el lujo de hacer tiempo para actuar como gestora, orientadora de empleos, practicar la danza y, por si fuera poco, también es voluntaria de Cáritas.

El nombre comercial de su kiosco, ubicado en el barrio Patray, es Ativall, (llavita escrito al revés), en homenaje a su abuelo, a quien también evoca con mucho cariño.

La joven, como buena llanera, recuerda que como su padre tocaba el arpa, el cuatro, las maracas y cantaba, ella no dejaba de bailar joropos, corridos, merengues, tonadas o valses, siempre estaba presente en toda velada musical que él organizaba o improvisaba, y aunque no lo dijo, pensamos que también vocalizaba algunas piezas musicales. Y ejecutaba alguno de esos instrumentos.

De Acarigua, Neliana pasó a Mérida (en los Andes venezolanos), a cursar estudios. Cuando emigró a España, posiblemente buscando sus raíces maternas, venía apoyada por un título de licenciada en administración y otro de ingeniero de sistemas.

Al encontrarse en territorio español no quiso abandonar sus dotes de bailarina, pero como en Valencia, donde reside, así como tampoco en España, se baila joropo, en 2016 se incorporó a un grupo de baile, concretamente de Jota valenciana. Se llama Grupo de Danzas La Faltriquera, que opera desde el barrio Patraix.

—¿Hay otras venezolanas en ese grupo?

—No, solamente yo. Es una asociación sin fines de lucro, con apenas seis miembros, quienes nos dedicamos a difundir, no solo en España, sino también en otros países europeos, al menos una vez por año, todo lo que representa la Jota valenciana, fandangos, boleros de Castellón, seguidillas de Requena etc.

Anteriormente, la Jota valenciana era típica en los entierros, cuando los cortejos eran acompañados por los sonidos de instrumentos como castañuelas, morteros, cencerros, almireces, flautas de tres agujeros, tamboril y guitarra, entre otros. Hoy se ha dejado al lado esa costumbre y también se ha reducido la cantidad de instrumentos.

—¿Cómo te ha ido desde que está en territorio español?

-—No me quejo. Yo vine a integrarme y los españoles me han permitido hacerlo, sobre todo desde Cáritas, desde donde atendemos ocho parroquias con charlas de orientación.

—Y por supuesto, añoras a tu Venezuela, ¿verdad?

—Claro que sí. Me hace falta el queso duro llanero, el joropo interpretado con un arpa, un cuatro y las maracas, me hace falta la cultura venezolana, que es diferente a la de aquí; pero me siento bien. Aquí existe una muy buena integración. Disfruto de la solidaridad que me brindan, sobre todo después del fallecimiento de mi papá allá.

Neliana Carelinskys Cohil Azuaje y su Grupo de Danzas La Faltriquera

Luego pasa a definir nuevamente lo que para ella representa la Jota valenciana: “Para mí la danza es libertad, es disfrute, es alegría, la siento muy mía”.

Tan integrada está al grupo que ella misma elabora los vestidos que debe usar en los bailes.

—Mi abuela materna me enseñó a hacerlos, después yo aprendí, aunque con frecuencia le dañaba la máquina de coser, pero ella lo aceptaba viendo mi interés en aprender.

Y como una española más, la llanera Neliana se luce en cada interpretación de Jota valenciana, como lo hacía cuando en Acarigua bailaba y cantaba joropos u otros ritmos típicos de aquella región centroccidental venezolana.

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