Hugo J.Boscán. Valencia. España
Para Ángela Velásquez, España estuvo en sus planes como emigrante durante algunos años, pues consideraba que debía salir de su amado Medellín (Colombia), en busca de fortuna en otro país. Sabía que emigrar no sería una tarea fácil (“no era algo a la lata”, dicen en su país para denominar las cosas fáciles de conseguir).
--Vámonos para España y allá nos amañamos con lo que consigamos. Además, yo soy una mujer “berraca” que no se achanta con cualquier cosa—le dijo a su esposo y a una amiga, aunque al final emigró sola.
Una de las cosas que le preocupaba a Ángela era con quién pasar la próxima y cercana Navidad en España. Recibir esos días sola, en un país extraño, sin familia, sin amistades o dejaba de inquietarla. “Si es tan “chimbo” como lo pintan no debe ser muy problemático”, pensó para darse ánimos.
--¿Recuerda cómo fue su primera Navidad en España?
--“Ay juemadre, aquello fue muy “berraco”. Cuando yo me acuerdo de la primera nochebuena que pasé en España, en Valencia concretamente, me dan ganas de llorar, porque la pasé sentada en una silla, en la calle, frente a un almacén, llorando. Aquello era llorar y llorar y la gente pasaba y me veía… Algunos se detenían y me preguntaban qué me pasaba, pero yo lo que hacía era llorar, no decía nada. Imagino que pensaba en mi barrio de Medellín, en la gente que había dejado allá. Lo que me provocó fue regresarme para mi Colombia al otro día, pero el pasaje de regreso, que había comprado de ida y vuelta, se había vencido y yo no tenía ni un céntimo, ni un euro, para comprar otro. Total, no me quedó más remedio que, mientras veía a la gente feliz, entrando y saliendo a los almacenes con sus compras, me fui a dormir y a seguir llorando”, recuerda.
Para sentirse mejor, transcurrieron poco más de cinco años. Había conseguido trabajo rápido, en el Hospital Central de Valencia, cuidando personas mayores y después me encargué de la cafetería y ahí comencé a hacer amistades. Con el trabajo se aminoró algo la ansiedad”, rememora.
Refiere que a los tres meses de encontrarse en España llegó su esposo, pero “no se amañó” y 14 años después, se regresó a Medellín. Ella se quedó junto a su hijo, que era policía. Él también migró a España porque la guerrilla y el narcotráfico estaban asesinando muchos funcionarios en Colombia.
Transcurridos los años reglamentarios, Ángela solicitó y recibió la nacionalidad española, aunque mantiene la colombiana, “porque uno no olvida nunca esa tierrita donde nació, sus costumbres, su música”, dice y se emociona cuando escucha el bambuco Antioqueñita, interpretado por Garzón y Collazo y no puede contenerse para cantar la primera estrofa:
“Antioqueña que tienes negros los ojos, el cabello rizado
y los labios rojos,
Antioqueñita, antioqueñita,
la palma del desierto no es tan bonita”.
Comments