Texto y fotos Martha Cobos/Argentina/Especial para Bienhallados
Mary Cruz Peña es de Valencia, Estado Carabobo, Venezuela. Estudió abogacía en la Universidad de Carabobo y luego de ejercer por varios años, tomó la decisión que cambió su vida al emigrar para Argentina con su hijo, donde en la actualidad se dedica a lo que más le gusta: cocinar.
Desde niña estuvo ligada a la cocina; recuerda con nostalgia que en su casa hacían el almuerzo y la cena junto a su papá y a su mamá, para ellos era como una manera de estar unidos y hacer todo más rápido.
En Valencia tuvo amigos de diferentes nacionalidades y allí fue aprendiendo de la cultura y gastronomía de diferentes naciones. "Además, cuando estaba estudiando hice algunos cursos de panadería y cocina internacional, siempre me gustó la cocina; cuando trabajaba como abogada, los viernes llevaba dulces a la oficina, así me ayudé por un tiempo", comenta Mary.
Se describe como una apasionada de la cocina: “Lo tenía como un hobby, pero es una de las cosas que más me gusta hacer, me llena el alma y el espíritu que a los demás les guste mi comida, poder cocinar y atender a otras personas me encanta”.
Llegó a Buenos Aires en 2020 y a los tres meses comenzó la pandemia, y fue un momento muy difícil: estaba trabajando en una panadería, las ventas bajaron, cerraron esa sucursal y la despidieron.
Luego de varios meses sin empleo, nació la idea crear su marca personal: FootLand. Se acercaba la época de Navidad y comenzó a ofrecer platos navideños a sus conocidos y hacer publicidad en las redes sociales y gracias a ello terminó de dar vida a su emprendimiento.
“La mamá de una amiga me ayudo con la inversión, porque estuve varios meses sin empleo y no contaba con el dinero suficiente, empezamos a hacer hallacas, pan de jamón, ofrecíamos combos y salíamos a repartirlos”, recuerda.
Durante la pandemia estuvo enviando curriculum, pero no se imaginó que meses después la iban a llamar de un restaurante de sushi. Le hicieron una prueba en la cocina, al encargado le gustó su labor y comenzó a trabajar. Mary tenía claro que para consolidar su emprendimiento necesitaba de una entrada fija de dinero.
Allí estuvo por casi un año, comenzó como ayudante de cocina, la enseñaron a hacer sushi y luego fue encargada de un local, trabajo que le permitió aprender a llevar un negocio de comida.
“Siempre estuve ligada a los emprendimientos, mi papá fue gerente de Recursos Humanos, pero tuvo varios emprendimientos, así que yo tenía en mente cómo llevar un negocio y cuando trabajé como encargada tenía que estar pendiente del stock, y aprender a delegar funciones para que todos en equipo pudiéramos servir un producto de calidad”, dice Mary Cruz.
Pero llegó el día que necesitaba estar más tiempo con su hijo, porque su papá, que la ayudaba mientras ella trabajaba, se iba para Estados Unidos, y ella no quería que el niño estuviera tanto tiempo solo. “Vivíamos en provincia y trabaja en la capital, tenía dos horas de viaje, salía a las 4 y el también, se me hicieron muchas nubes en la cabeza, el tiempo no me daba”, afirma.
Justo cuando se encontraba en ese momento crítico le llegó un correo donde le respondieron de PedidosYa, una solicitud de la creación de una “cocina oculta” que había hecho un año antes, respondió el correo y se pusieron en contacto. Así fue como se terminó de concretar su emprendimiento.
Renunció al restaurante y con su liquidación compró algunos materiales e implementos de cocina, armó un menú de comida rápida y creó una fusión entre la gastronomía venezolana y la argentina. Pero no todo quedó allí. Se le presentó la oportunidad de mudarse a un lugar más amplio, pues vivía con su hijo, pareja y cocinaba en un monoambiente, un lugar muy pequeño. Cambio de residencia, las ventas bajaron porque no conocía esa nueva zona.
“Mi pareja juega en un equipo de softball, me comentó que había personas que vendían empanadas y empecé a llevar en una cava de anime, ese domingo me lleve 20 empanadas las vendí todas muy rápido y los lo más importante fue que a la gente les gustó, después fueron 40, 60, 100 hasta que hoy día forman parte de mi sustento familiar y con esto puedo ayudar a mis padres en Venezuela”, dice con orgullo.
Hoy día da gracias a su papá: “Hoy soy todo, gracias a él, todas las enseñanzas y aprendizajes que me dio; mis padres son bastante adultos y este emprendimiento es para ellos”.
Gracias a lo organizada, metódica y a la buena sazón poco a poco fue conquistando a los organizadores del torneo y jugadores que en su mayoría son venezolanos, tanto así que ya tiene asignado un puesto fijo para vender las empanadas y hamburguesas de carne y chuleta ahumada, en un campo de softbol en la Provincia de Buenos Aires.
Mary Cruz tiene sus recetas con medidas exactas para que la comida siempre le quede igual, comienza la semana con las compras, luego hace parte de la producción, después cocina y un día antes de los juegos arma todo: las empanadas las termina de cocinar en el lugar, se lleva sus implementos de cocina, que incluye una freidora eléctrica, y así vende las empanadas calientes y crujientes, con su respectiva guasacaca y el picante que no puede faltar.
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