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Ana y Rubén: "Emigrar no es fácil, ni siquiera con título universitario"


Hugo J. Boscán/Especial BienHallados/Barcelona,España


De acuerdo con las estadísticas, actualmente hay cerca de 8 millones de venezolanos dispersos por el mundo, hasta en el más apartado rincón del universo. Muchos emigran con sus títulos universitarios en mano, con la ilusión de trabajar en su formación universitaria. Ana y Rubén son una pareja de venezolanos que refleja con detalle ese dato descriptivo.

Rubén Darío Bonive y Ana María Villegas

Rubén Darío Bonive y Ana María Villegas son dos jóvenes andinos que, poco tiempo después de haber recibido sus correspondientes títulos en la Universidad de los Andes, en Mérida, salieron de Venezuela en busca de oportunidades para ejercer como profesionales universitarios. Lamentablemente, ninguno lo consiguió y como tantos otros migrantes, al abandonar su país, a donde llegan debe desempeñar cualquier otra actividad laboral para poder subsistir.


Eso fue lo que tuvieron que hacer Ana y Rubén, primero en Argentina y ahora en España. Ana María Villegas, trujillana, se graduó en arquitectura; Rubén Darío Bonive, merideño, es licenciado en física, pero como no han podido desempeñarse en esas carreras, ambos lo hacen como programadores. Así lo hicieron en Buenos Aires, Argentina, y actualmente en Barcelona, España.


De Mérida salieron como prometidos, sentimentalmente hablando, y a Barcelona llegaron ya como esposos, formalmente. Están dispuestos a salir adelante, por los momentos como programadores, pero no pierden las esperanzas de ejercer, más temprano que tarde, lo que estudiaron: arquitectura y física.


—¿Por qué Barcelona?—preguntamos a Rubén.

-—Yo quería, necesitaba salir de Venezuela. Allá no veía posibilidades de desempeñarme como físico. La primera opción asomar fue Argentina, y para allá me fui, dejando atrás la problemática Venezuela, donde los problemas se multiplican diariamente: falta de gasolina, de gas doméstico, con apagones por horas en cualquier momento, inseguridad, carencia de alimentos, pues los agricultores no conseguían combustible para los camiones con los que debían trasladar sus productos a los centros de acopio y consumo. Son muchos los problemas que están afectando a los venezolanos.


En Buenos Aires, donde se reunió con su amada Ana María, Rubén estuvo un tiempo, hasta que le salió un agradable empleo en Barcelona y, deseoso de un mejor futuro, viajó a tierras españolas. Primero arribó él, luego llegó Ana María, ambos con aceptables empleos, suficientes para subsistir en un país extraño para ellos.

Aunque Rubén es Físico, egresado de la UCV, ha encontrado en la informática un modo de desempeño que le permite vivir como inmigrante en España


Rubén aclara que, así como se vinieron a España, pudieron haberlo hecho a cualquier país europeo.  

—Aquí, en España, se ve que las cosas funcionan, contrario a lo que ocurre en Venezuela, la inflación no sube como allá, los servicios funcionan, existe estabilidad político social, el dinero alcanza y Barcelona tiene muchas cosas bonitas que contemplar: la Basílica de la Sagrada Familia, el parque Güell, con el Museo Gaudí, la catedral Metropolitana, Las Ramblas, El Palacio de la Música, el Museo Nacional de Arte, el Museo del Pueblo Español y hasta las playas, como La Barceloneta. Aquí hay mucho que ver. Por ahora, no tenemos planes de irnos a otro país.


Ana y Rubén se sienten bien en España, donde confían adquirir la experiencia necesaria para, si se presentan oportunidades, emigrar a otro país donde puedan desempeñarse, ella como arquitecto y él como físico, pero no hacerlo “a lo loco”, es necesario pensarlo bien.


—¿Fue difícil salir de Venezuela?

—Nunca es fácil salir del país de uno, ni siquiera con un título universitario. No hay que inventar aventuras. Hay que adquirir experiencia primero y después salir. Además, el asunto no está en querer salir hacia cualquier parte del mundo y si uno lo hace, debe tomar en cuenta que el establecerse no se produce de un día para otro; se necesitan años para que eso ocurra. Por eso, Ana y yo, aunque en Barcelona nos sentimos bien, por ahora no pensamos en irnos a otra parte. Insisto, emigrar no es fácil. Hay que pensarlo y planificar bien para no tener que regresar a Venezuela derrotados y reencontrarnos con lo que dejamos al salir—enfatizó Rubén.  

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