Martha Cobos C./Buenos Aires/ Especial BienHallados/Fotos: cortesía Kalusguormet
Kalulis Palma y su esposo Luis Mariño, con 52 años de edad, decidieron salir de Venezuela después de pasar la mala experiencia de un secuestro, en Puerto La Cruz (zona turística en el oriente del país, donde vivían). En 2018, se sentaron a planificar que hacer para ganarse la vida en Buenos Aires, una vez que migraran. A su edad, tal vez no podrían conseguir trabajo.
Kalulis Palma y Luis Mariño decidieron emigrar desde Venezuela con 52 años de edad. Se lo propusieron y lograron emprender y tener éxito
“Nosotros salimos de Venezuela organizados, yo me preparé, porque ya había investigado y sabía que le era difícil conseguir trabajo a la gente de nuestra edad. Sin embargo, llegamos trabajando, preparando comida venezolana y ofreciendola por whatsapp. Luego, alquilamos un local con 180 dólares que nos regaló una de mis hijas”, cuenta Kalulis.
Apenas pisaron tierras argentinas, Kalulis comenzó a buscar contactos. En su casa se puso a preparar menús venezolanos y tuvo mucha demanda de los grupos de whatsapp. Mariño, su esposo, se dió a la árdua tarea de sacar todos los documentos necesarios para trabajar como Uber.
Pocos meses después, por intermedio de una conocida, alquilaron el local en Bella Vista, Provincia de Buenos Aires. Allí poco a poco, entre tequeños, empanadas, hallacas, arepas y pan de jamón conquistaron los paladares de venezolanos y argentinos con kalusguormet. El local les permitió ampliar el menú e incluyeron comida argentina.
Con apenas un año de haber arrancado el negocio, llegó el Covid 19, pero esto no fue un impedimento para seguir adelante: “Al llegar la pandemia las ventas bajaron, porque la gente no iba al restaurante y tuvimos que dejar el local, trasladamos el negocio a la casa, no podíamos pagar dos alquileres. Con la ayuda de las aplicaciones y la clientela que teníamos, las ventas se mantuvieron”, recuerda Kalulis.
Talleres para nuevos emprendedores y nuevo emprendimiento
“Éramos dos personas mayores que llevamos un negocio solos. Todas las noches era una locura, yo en una freidora y mi esposo en otra, uno armando cajas y otro haciendo las entregas. Cuando empezamos con la aplicación, no la sabíamos usar, pero aprendimos (...) lo más importante fue que salimos adelante y mantuvimos a nuestra clientela feliz”, afirma Kalulis con mucha satisfacción.
El matrimonio se “adueñó” de los hogares argentinos, estando presente con su cajas de pasapalos, en matrimonios, cumpleaños, bautizos y encuentros con amigos: “A los argentinos les encanta nuestra comida, sobre todo los tequeños”, dice Kalulis.
Los Talleres de cocina ha sido otro de los proyectos que la pareja ha materializado en Argentina
Ellos, como emprendedores no solo se conformaron con hacer comida para vender. Fueron más allá y comenzaron a dictar talleres de cocina. Enseñan la preparación de tequeños, pastelitos y pan de jamón. “Algunos participantes ahora tienen sus propios emprendimientos”, comentan con alegría.
Kalulis se graduó en Administración de Empresas Turísticas, en Venezuela, en la Universidad de Oriente, Núcleo Nueva Esparta. Su espíritu emprendedor le reclama nuevas experiencias, así que, por lo pronto, dejan el negocio de comidas para dar paso a una nueva etapa: se van a la provincia de Córdova, a la comunidad de Villa Yacanto de la Calamuchita, donde el matrimonio se hará cargo de una posada de 12 cabañas.
Esta pareja de venezolanos vivió por cuatros años de @kalusguormet, etapa que resumen como: “Constancia, dedicación y disciplina son la clave para tener éxito en un emprendimiento. Nos vamos con una sola palabra: satisfacción. Con este trabajo nos mantuvimos por cuatros años, compramos nuestras cosas para cubrir nuestras necesidades y ayudar a nuestra familia en Venezuela”. agregan los esposos.
Pronto partirán llenos de orgullos por todo lo logrado, fueron creciendo poco a poco, empezaron haciendo la producción con sus manos, hasta que compraron todas las máquinas y herramientas, para cubrir las necesidades de todos sus clientes.
Por eso se despiden de la mejor experiencia de su vida y de grandes amigos, con quienes, a largo de cuatro años, cultivaron una estrecha relación. “Hemos hechos amigos, y esos amigos se han convertido en familia”, dicen con gran orgullo.
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